¿Quién es quién en la imagen personal?
«Unificando conceptos»
En relativamente poco tiempo, hemos ido incorporado muchos términos nuevos a nuestro vocabulario profesional e, incluso, personal. De pronto, nos hemos tenido que familiarizar con palabras como “imagen personal”, “estilista”, “personal shopper”, “asesor de imagen”, “wedding planner”, entre otras.
La imagen personal
Según la Real Academia de la Lengua Española, la imagen personal es la “representación, semejanza y apariencia de algo”. Por lo tanto, hace referencia a la percepción visual. La vista es uno de los sentidos que más información proporciona, no solo en cuanto al tamaño, forma y color de los objetos, sino también a las distancias, el movimiento y la interacción de las imágenes entre sí.
La palabra “personal” se refiere a las personas. De ahí que “imagen personal” aluda a la representación de las personas. Lo cierto es que, dicho así, aclara muy poco y su interpretación se pierde entre lo banal y lo frívolo, alejándolo del valor y, sobre todo, del papel tan relevante que tiene en la felicidad de las personas. Tú mismo puedes hacer un pequeño ejercicio de percepción de los demás a través de su imagen y, seguramente, te vas a sorprender.
Simplemente permanece sentado en una terraza y fíjate en la gente que pasa frente a ti. Observa cómo caminan, cómo gesticulan, cómo son las prendas o los complementos que utilizan. También echa un vistazo a sus colores, los personales y los añadidos. Seguramente todos, aun sin hablar, te explicarán cómo son, cómo es su vida, cómo se sienten. Podemos afirmar que la imagen personal es el currículum visual que habla de nosotros, incluso, cuando estamos callados.
Suscribo esta cita que dice “verse bien para sentirse mejor”, porque, cuando nos encontramos seguros con nuestra imagen, aumenta la autoestima, tenemos mayor seguridad y esto propicia que las relaciones con los demás mejoren notablemente. Tener el control sobre lo que nuestra imagen proyecta es también tenerlo sobre nuestra comunicación no verbal, un elemento muy potente, entre otras cosas, porque no podemos dejar de comunicar. La imagen personal siempre está ahí, enviando mensajes a los demás, y, por lo tanto, no hay que dejarla correr libremente, sino gestionarla con el fin de que sea la aliada perfecta para conseguir nuestros objetivos.