El origen del matrimonio

«Cuestión de intereses; el amor llegó más tarde»

Hay muchas teorías sobre el origen del matrimonio, pero he llegado a la conclusión de que, dependiendo de los autores, culturas y religiones, la información varía notablemente, incluyendo dogmas y particularidades propias de cada una de las fuentes.

Es más que probable que el concepto de matrimonio haya seguido diferentes caminos a través de la historia hasta llegar a la concepción actual. Lo que queda claro, después de haber leído mucho sobre el tema y haberlo comentado con expertos en la materia, es que el matrimonio constituye, en sí mismo, una institución que a lo largo de la historia ha servido a distintos fines, como regular las relaciones de pareja o solucionar los problemas de linajes y jerarquías, permitiendo legitimar la filiación de los hijos y controlar los bienes y el patrimonio de las familias. Especialmente en la Europa de la Edad Media y hasta el siglo XIX, las familias de la realeza y la nobleza organizaban sus enlaces matrimoniales en función del poder y patrimonio que podían conseguir con cada unión, a veces, incluso, casando entre sí miembros emparentados en primer grado de consanguinidad.

Todavía hoy, la unión de dos personas está fuertemente vinculada con la transferencia de bienes materiales (como la dote, en el caso de la novia). Esto implica que, en ocasiones, las uniones sean en realidad alianzas de poder entre familias y matrimonios pactados con fines económicos. En Japón, por ejemplo, hasta hace unos años la mayoría de los matrimonios eran de este tipo. Por su parte, en Sri Lanka llegan al 90%. En la India, la familia tiene una participación tan activa que es, de hecho, la que arregla la boda de los novios; bajo su criterio, el amor no tiene en cuenta aspectos cruciales como la casta, la religión, la educación o el trabajo del otro miembro de la pareja.

Ni siquiera la monogamia o la heterosexualidad son la norma en todo el mundo, ya que existen países donde se acepta la poligamia (como en el Medio Oriente) e incluso, en menor medida, la poliandria (mujeres con varios maridos, como en algunas tribus del Tíbet, Polinesia o África). Asimismo, muchos países, sobre todo occidentales, ya han legislado a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por ir más lejos, los habitantes de las islas Fiyi marginan o censuran a los hombres que se quedan solteros o sin pareja. Entre tanto, en el pueblo tuareg, son las mujeres las que eligen a sus esposos, quienes realizan una danza para ellas y así facilitan su elección de la pareja sexual.

Por otra parte, y, en especial, en los países de la órbita occidental, cada vez es más habitual que la pareja pase un tiempo conviviendo antes de unirse formalmente, si bien es cierto que algunas culturas y religiones no lo ven con buenos ojos.